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Una Nueva Sociedad del Ciberespacio
El Martin


Hace ya tres años, un 8 de febrero, el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, estampaba su firma en una nueva Ley de Telecomunicaciones que incluía un Acta para la Decencia en la Comunicaciones (CDA). En aras de la protección a la infancia, se pretendía censurar la información disponible en Internet, de tal manera que no hubiera nada dañino para los niños. Esta forma de censura causó un gran revuelo y una fuerte campaña de las organizaciones americanas de ciberderechos que terminó ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, declarando éste dicha ley como inconstitucional. Asimismo, fue un acontecimiento que causó grandes movimientos y reflexiones en el aún titubeante ciberespacio. Quizás lo más destacable sea la Declaración de Independencia del Ciberespacio de John Perry Barlow, fundador de la Electronic Frontier Foundation (para los que no conozcan el texto, pueden leerlo en español aquí.


No dudo del gran valor de dicho documento. Incluso reconozco mi inicial adhesión incondicional, y que fue un hecho que me decidió a lanzarme al mundo de los ciberderechos. Pero tres años son mucho tiempo en la Red, y hoy es hora de, como buen alumno que acaba criticando a su maestro, revisar ese documento, y reconocer que algunos planteamientos han de cambiar.
El contenido general de la Declaración podemos resumirlo en el llamado "anarquismo de derechas", en el que se defiende una sociedad sin la más mínima intervención estatal... pero dejándola sujeta a lo que decida el mercado libre. Así, Barlow nos habla de un ciberespacio en el que los gobiernos no tienen la más mínima cabida, una cibersociedad que debe ser dejada en paz para que ella se administre, una cibersociedad a la que todos pueden acceder sin discriminación... un documento donde se defiende que, a pesar de la existencia de los gobiernos, ellos no tienen ninguna jurisdicción sobre el ciberespacio porque se ha creado una civilización de la Mente independiente de lo corporal...
Hermosas palabras. Pero lejos de la realidad que día a día vivimos.

Primer golpe: el ciberespacio, o por lo menos el ciberespacio que conocemos, está muy lejos de ser independiente de lo físico. ¿Que no me creen? Podríamos buscar cientos de ejemplos, pero si usted es español, tiene uno muy cercano. Haga un poco de memoria y recuerde lo que le ocurrió a mediados de enero a 1999... Efectivamente, estoy hablando del cambio a Infovía Plus: días sin poder conectar, conexiones lentísimas, caídas cada tres minutos... y la situación ha seguido así en algunos sitios durante semanas. Bonita civilización de la Mente que sigue atada a teléfonos, pares de hilos, routers y módems...

Segundo golpe: los gobiernos tienen jurisdicción en el ciberespacio. Y algunos la están ejerciendo, vaya que sí. Tomemos el caso de China: no hay ni un solo ciudadano chino que pueda acceder a la totalidad de Internet, salvo que cometa una ilegalidad y se exponga a varios años de cárcel. Hay gente que está corriendo ese riesgo, que incluso, gracias a la criptografía y la esteganografía, está comunicándose con disidentes en el extranjero y organizaciones pro-democracia. Pero el ciudadano común y corriente no va a correr esos riesgos. ¿Resultado? Internet está completamente controlada en China por el gobierno. Y seamos sinceros, CUALQUIER gobierno puede hacerlo. Por supuesto que si un gobierno se limita a cerrar unos sites no conseguirá nada. Al momento aparecerán mirrors en otros países y difícilmente podrán eliminarlos. Pero... ¿cuánto esfuerzo le supondría a un gobierno cortar el acceso a Internet en su país? Por ejemplo, en España, donde nuestro acceso a Internet depende en su gran mayoría de tan sólo un par de compañías, además de la universidades, que son públicas... Por supuesto que otro tema es que consiguieran imponernos ese corte, al menos en una sociedad democrática...

Tercer golpe: la cibersociedad no está abierta a todos. Si todavía dudan, primero, si se conectan a Internet desde su casa, echen un vistazo a su factura telefónica. Después, pueden echar una ojeada a sus ingresos. Y por último, piensen en algún barrio marginal de su ciudad, y traten de imaginarse cuántas personas de ese barrio se conectan a Internet. O piensen en algún país del Sur, y hagan el mismo ejercicio imaginativo...

Por supuesto que esto no es un ejercicio de crítica aniquiladora. Creo firmemente en esta República Internet que hemos construido, y en la que, si prospera tranquila, despegará una nueva sociedad más abierta y plural. Y necesitamos una Internet a la que pueda acceder todo el mundo que lo desee. Pero Internet no es una sociedad distinta. Obsérves que he dicho "si prospera tranquila", y no "si se la deja tranquila" como debería decirse siguiendo el texto de Barlow. Las personas que "vivimos" en Internet vivimos en el mundo real. Los gobiernos pueden gobernar sobre nosotros y nuestras acciones. Y, por otro lado, una Internet para todos es una Internet barata, y ni los individuos fijamos los precios, ni las empresas no van a hacerlo si no les reporta beneficios, cosa muy lógica y que en el fondo respeto. Son los gobiernos los que pueden legislar para conseguir esa Internet para todos, y los que pueden compensar a las empresas si es necesario.
Pero como digo, las cosas no están tan negras. No hablo de abandonar toda esperanza de conseguir algo por nuestra cuenta y con nuestro esfuerzo, sino todo lo contrario. Esos gobiernos mandan porque nosotros se lo concedemos. Depende de nosotros el decirles lo que deseamos, el hacerles cumplir nuestros derechos, y el recordarles que sin nuestro beneplácito, no seguirán gobernando. Esta República depende de que sus ciudadanos la cuiden y defiendan. Precisamente porque Internet es una parte más de nuestra sociedad, si se pierde algo en ella, repercutirá en todo lo demás. Es hora, pues, de que todos tomemos conciencia de lo que podemos conseguir con Internet, y que hagamos lo que esté en nuestra mano, dentro de Internet y fuera de ella, para defenderla y para conseguir que nadie que quiera entrar en esta revolución quede fuera por carecer de recursos o conocimientos.

Extraido do site: http://www.globaldrome.org/textos/ciberrights/cibersociedad.html - jul/99